Al mar
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Al mar me gusta meterme, cuando está bien picado. Cuando hay que hundirse
porque en la superficie, las olas te zarandean a diestra y siniestra. Cuando te
sentís galopando en brioso corcel sin estribos, en potra de nácar diría Lorca.
Cuando te quedás sin aliento de a ratos y al final, salís gateando a dormir la
siesta en la arena, junto al mar.
También me meto, cuando está calmo como espejo, con esa transparencia
que invita a hundirse y descubrir las maravillas de colores de aquellos corales.
En la superficie, te deslizás mientras suaves olas te acarician en ondas que te
hacen bailar a ritmo de vals.
En ambos casos, es el gustazo de haber sido abrazado por la hermosa amiga
mar.
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